sábado, 13 de octubre de 2018

Una critica personal a la opinion de Miles W. Mathis sobre Claudio Bravo



Saludos,

        Yo personalmente me identifico muchisimo con los ensayos de Miles W. Mathis sobre el arte, pero este en particular es la excepción, el unico ensayo de Mathis con el que no estoy de acuerdo. Por ello voy a traducirlo y dar mi opinion al final.  

        Debo decir eso si, antes que nada, que desde muy niño (desde que estaba en la basica), siempre me consideré un gran fan de Claudio Bravo. Bravo probablemente sea el pintor chileno del siglo XX más reconocido, junto a Roberto Matta.

        Pero con Bravo pasa algo curioso. Por lo general, o lo amas, o lo odias, asi, sin termino medio. Y ciertamente hasta cierto punto, puedo entender los sentimientos que despierta en las personas a las que no les gusta. 

         Pienso que este ensayo de Miles W. Mathis ejemplifica muy bien la critica que muchos otros artistas hacen a la obra de Claudio Bravo, y por eso me parece muy interesante analizarlo. Asi que vamos al asunto: 



Claudio Bravo 
en la Galeria Marlborogh de Londres

por Miles W. Mathis


"Si los tontos son mi tema, que la sátira sea mi canción" - Lord Byron


        Estaba yo en Londres la semana pasada, para ver la exhibicion de Miguel Angel en el Museo Britanico, y pasó que me escapé un rato para ver la muestra de Claudio Bravo, despúes de pasear con un amigo por las calles New Bond y Albemarle. Debo admitir que no pasé mucho tiempo en la galería. No conté el número de piezas expuestas, ni las medí, ni obtuve una lista de los títulos, o los precios, ni nada de eso, por lo que muchos pensarán que soy un crítico bastante accidental. Sin embargo, desarrollé una opinión muy fuerte en segundos (cosa que no sorprenderá a nadie). Es esa opinión la que deseo venderles aquí, no el trabajo de Claudio Bravo, o de la galería Marlborough.

        Creo que habia alrededor de 20 obras, todas de tamaño similar (4 o 5 pies de altura) y casi idénticas en contenido, siendo el tema paquetes de papel marrón atados con una cuerda. No pienses que eran paquetes pintados desde diferentes ángulos y con diferente luz, no, nada de eso. No era nada tan deslumbrante, conmovedor, o interesante como eso. Parecian simples gigantografías de paquetes, como las que se pueden ver decorando las paredes de un Starbucks o del United Parcel Service. Estas, sin embargo, no eran ampliaciones fotográficas, eran pinturas hechas para parecerse a ampliaciones fotográficas. Wow, todo un enigma filosófico, podrás pensar. Una declaración profunda sobre la realidad y el arte, y la sociedad moderna, enmarcada como sólo un gran artista puede enmarcarla. O, como el crítico de arte español Francisco Calvo Seraller lo puso en el catálogo, "la multiplicación de significados: despertar y evocar diferentes sentimientos con una simple hoja de papel arrugada".

        Quizás, pero honestamente, el primer pensamiento que surgió de mi confrontacional cerebro, fue que Bravo finalmente había alcanzado la edad del Alzheimer, y que por alguna razón más allá del conocimiento de la ciencia, había encontrado un circuito de retroalimentación permanente, un circuito que parecia orquestado por canciones de The Sound of Music. Imaginé que su próximo espectáculo serían enormes ampliaciones de gotas de lluvia en petalos de rosas, seguido de bigotes de gatitos, y luego de brillantes calderas de cobre y, finalmente, de cálidos mitones de lana. Su canto del cisne, por supuesto, serían schnitzels con fideos. El arte contemporáneo es tan reconfortante cuando el perro muerde, cuando la abeja pica...

        ¿Por qué alguien se esmeraria tanto para pintar cosas como paquetes de papel marrón atados con una cuerda? Más aún, ¿cómo un cerebro que no esta cerrado en un terrible infierno de repetición, podría pintar tal cosa no dos veces, no tres veces, sino una y otra y otra vez sin variación? Ese obsesivo cerebro debe estar controlado por Rodgers y Hammerstein, cual marioneta.

        De hecho, mi teoría está respaldada por más material de la galería, que nos dice que los paquetes de papel son "un tema en el que comenzó a trabajar a finales de los '60 '. The Sound of Music debutó en 1965. ¿Coincidencia? Tú decides.

        Pobre hombre, estar en un bucle así durante 40 años. Debe sentirse como el tipo que estuvo con un ataque de hipo por medio siglo. Y fue aquí que pensé que debia ser la vejez la que lo había provocado. La familia von Trapp lo sedujo temprano, y nunca lo dejó ir.

        Pero esta explicación, tan poderosa como era, no cubría completamente todos los hechos. Porque no explicaba cómo la Galería Marlborough quedó atrapada en el circuito de retroalimentación de Bravo, cómo el director y todo el personal de ventas habían sucumbido, cómo habían sucumbido los compradores, cómo habían sucumbido los críticos y las revistas, asi cómo la mayoría del tráfico peatonal en la calle Albemarle, todos atrapados en la pesadilla privada de Bravo. ¿Se estaba canalizando algún Muzak mundial en todos los oídos de la tierra, salvo el mío? ¿La banda sonora de The Sound of Music influyó al gobierno del Zeitgeist, forzándolo con sutiles susurros a seguir movimientos que me parecian de otro mundo?

       Al final me quede con una explicación totalmente distinta, no porque la primera fuera absurda. En estos días, cuanto más absurda sea una explicación, más probable es que sea cierta. Pero ofrezco esta segunda explicación, y apunto esta a mis colegas pintores. En ensayos anteriores he comentado sobre Bravo de pasada, y allí afirmé que, a pesar de todas sus habilidades técnicas, Bravo siempre me había parecido necesitado de un tema. Incluso cuando estaba pintando cosas sin que Julie Andrews se lo ordenase, estaba perdido cuando se trataba de contenido. Siempre podía pintar cualquier cosa que pudiera ver, pero nunca podría imbuirlo con ninguna emoción o profundidad. No podía elegir un modelo expresivo, una pose apasionada o una luz reveladora. Sus pinturas nunca tuvieron sentimiento.

        Este trabajo más reciente es solo el fondo de una lenta, lenta caída, desde una colina que no era alta para empezar. Este espectáculo actual no es más que una prueba visual de mis críticas anteriores. De hecho, no sirve de nada excepto para eso. Si mi tesis no estuviera esperando para ser probada, más allá de toda duda, esta exibhicion actual sería una pérdida total para el universo. Es una nulidad artística, que no es anulada por nada de lo que la Vanguardia ha hecho. Sin duda, esta es la razón por la que a Bravo le acompaña una gran riqueza y fama: ha logrado, a través del realismo, un vacío igual de relevante para los críticos de arte moderno, como cualquier orinal roto, o  juego de palillos sucios.

       La razón por la que este ensayo está dirigido a mis colegas los pintores realistas, es que muchos de ellos están en el mismo lento y lento descenso desde esta colina hasta la nada. Al igual que Bravo, están atrapados en alguna obsesión con la técnica, y utilizan esa obsesión para ocultar el hecho de que no tienen absolutamente nada que ofrecer al mundo, más allá de una pintura habilidosa. Pasan la mayor parte de cada día y año discutiendo mediums y barnices, y trucos, y métodos, y pinceladas, y El Señor sabe qué más, pero no pasan un minuto o un segundo tratando de encontrar un tema significativo, una cara con alguna expresión, una pose con algo de sutileza, una escena con un humor fuerte, una historia con algo de fuerza. Parecen pensar que todas estas cosas pueden agregarse más tarde con un elegante conjunto de bombillas y reflectores, o sobresaturar todos los colores, o pintar todo a contraluz por una puesta de sol o un par de candelabros adornados. Asi se convierten en maestros absolutos de lo "inesencial" mientras permanecen ciegos a lo esencial.

        Como pintores de lo visual debemos conocer nuestro oficio. No hay manera de escapar a eso. Pero el oficio, la técnica de la pintura, es solo el primer paso. Es el medio para un fin. "¿Cúal es ese fin?" Es la pregunta que los pintores realistas deben hacerse.

        Sostengo que la verosimilitud no es la respuesta. No importa lo que pintes. La mayor parte del arte está en el contenido, no en la técnica. Por lo tanto, un hombre que elige pintar cuadros de gran tamaño de paquetes de papel marrón atados con una cuerda, no elige crear arte. Él está eligiendo seguir siendo un técnico. Él está eligiendo no ir más allá del primer paso. 

        No es el "preciosista", que Bravo afirma que está contento de ser. Un pintor "precioso" sería uno con excesivo refinamiento. Pero no hay nada que refinar aquí. Es totalmente imposible "despertar y evocar diferentes sentimientos" con una simple hoja de papel arrugada. Una persona que tiene sentimientos despertados por una fotocopia de una hoja de papel, no es "preciosa", está confundida. 

        Se podría hacer que una persona así, escuchara a Mozart al sacudir su cabeza con dedales, o que vera el cielo al hacer. . . ¿Qué? No puedo pensar en nada menos evocador que un trozo de papel arrugado, especialmente pintado como lo ha pintado Bravo, agotado de todo interés posible. He visto algunas piezas de papel bellamente pintadas en viejas pinturas Holandesas del siglo XVII, pero Bravo ni siquiera se permite, ni a nosotros, ese placer. No, sus pinturas están iluminadas para parecerse a anuncios de revistas. Como esas aterradoras botellas de Coca-Cola, goteando agua falsa, todo brillantemente iluminado, antiséptico y falso, falso, falso. 

       Los sentimientos evocados en mí por estas cosas preempaquetadas son los mismos sentimientos evocados por las encimeras de formica y los conos de autopista de color naranja y los pechos de silicona, ya sea nada, o el absoluto y absoluto horror. Un pintor que realmente se siente atraído por tales cosas no es "precioso", es superficial, aburrido y patológico. No debe ser bañado con elogios, debe ser evitado como una molestia para el espíritu, como un demonio de un universo paralelo, o como un alienigena que se hace pasar por un ser humano. O, en el mejor de los casos, como la marioneta solitaria de un pastor, en las garras de Rodgers y Hammerstein, odelay, odelay, odelay hee-hoo!!.



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Algunos comentarios personales:

        Antes que nada hay que decir que Claudio Bravo pintaba de todo, no sólo paquetes. Es muy cierto que las series de paquetes fueron lo que lo hizo mundialmente famoso, y son las pinturas suyas que se han vendido por sumas de 7 digitos (en dolares). Pero estan lejos de ser "su único tema". Por lo mismo, me parece muy injusto decir que las pinturas de Bravo "nunca tuvieron sentimiento", en base a sus bodegones y series de paquetes (vistos fuera de contexto). Si no me crees basta mirar este obra llena de emociones: 


"El sirviente", Claudio Bravo Camus. Debo decir que siempre me conmovio este cuadro, y estoy seguiro que a cualquiera tambien, despúes de todo, todos nos hemos sentido así alguna vez... ¿como alguien podría decir que la pintura de Bravo nunca tuvo sentimiento, despues de ver este cuadro?

        Ejemplos como este hay muchos entre los cuadros de Bravo. Pero lo que se critica en el ensayo, el meollo del asunto, son las series de paquetes. Bien, sobre esto, uno debe entenderlos en su contexto. Claudio empezó a pintar paquetes con fuerza a finales de los 60s, cuando viva de Nueva York, despues de haber vivido en España. ¿Y qué pasaba en la escena artistica de Nueva York a finales de los 60s?, pues nada menos que el auge y valoracion del pintor abstracto Mark Rothko, por quien Claudio Bravo sentía una enorme admiración y respeto.

        Mark Rothko buscaba despertar emociones en el espectador, mediante inmensos cuadros hechos con combinaciones de colores y muchos matices, en composiciones geometricas simples. Lo que Mark Rothko buscaba, de cierta fomar, era canalizar los sntimientos y emociones a traves del color, y sus contrastes, en lugar de hacerlo a traves de las figuras y formas. Y fue genial en ello, no por nada es uno de los pintotres más importantes del siglo XX, y tiene su propio capitulo en los anales de la historia del arte. Fue uno de los ultimos que realmente hizo algo por "el alma" de la pintura.  

       De ahi, que uno no puede entender los paquetes y telas de Claudio Bravo, si no entiende la pintura de Mark Rothko primero, y los mira desde esa óptica. En ese sentido, es un error asumir que esos cuadros de Bravo son "figurativos", pues lo menos importante alli es la figura. Esas pinturas, de alguna forma, son una especie de re-interpretación de los cuadros de Rothko. No son pinturas "realistas" en el sentido clasico, son pinturas abstractas que usan el realismo como herramienta, pero persiguen el mismo fin que los planos de color de Mark Rothko. Por lo que no, Bravo jamás ubiese pintado gotas de agua en petalos, ni bigotes de gatito, como ironiza Mathis. 



A la izquierda un cuadro de Mark Rothko, y la derecha, uno de la serie de paquetes de Claudio Bravo, note el evidente paralelismo entre ambos.


        Y esa fue la razón de por qué Claudio Bravo fue rico y famoso. Se subio sobre los hombros de un gigante del arte como Rothko, y supo darle una vuelta más al asunto, estando en el lugar adecuado, con la gente adecuada, y en el tiempo adecuado. 

        Pero yo entiendo que estas pinturas, como muchas, resultan muy extrañas y carentes de sentido, si no se miran con la optica de Rothko. Pero como dije, si bien son las mas importantes, no acaparan para nada la totalidad de la obra de un pintor tan prolifico como Claudio Bravo.

        Las apreciaciones personales no se agotan aquí, uno puede decir mucho de Claudio Bravo. Y en particular, a mi siempre me ha llamado la atención el rechazo que genera en muchos personajes dentro del mundo del arte, especialmente acá en Chile. Y al respecto, puedo comentar dos cosas;

         La primera, es que Bravo si bien nació en Chile, y le tenía cariño a su tierra natal, fue un cosmopolita, un ciudadano del mundo. Probablemente el mismo se sentía más español que chileno., vivió entre España, Nueva York, y Marruecos. No es un pintor enraizado fuertemente en Chile, como si lo fue Juan Francisco Gonzalez (Juan Pancho), por ejemplo. 

        Bravo tampoco fue alguien que dejara una escuela en Chile, mientras que casi toda la generación del 13 y la generación del 40, fueron en parte formados o inspirados por Juan Pancho, lo más cercano que tuvo Claudio Bravo a un "discipulo", fue Ricardo Maffei. De ahi se entiende el enorme cariño que los pintores chilenos tienen por Juan Pancho, y su distancia y frialdad hacia Claudio Bravo. De todas formas, en ningun caso es una critica hacia Bravo, es sólo una observación. 

        La segunda cosa que me parece bien comentar sobre ese tema, tiene que ver con algo muy humano. Dice un viejo provervio que, "no se odia mientras se desprecia". Vale decir, que es imposible odiar a alguien, y mirarlo en menos al mismo tiempo. Y eso es por la sencilla razón de que detrás del odio, siempre, pero siempre, se esconde una dosis de envidia. A veces muy notoria, y otras veces muy sutil, o muy en el fondo. Y es mas que evidente que, considerando el enorme exito que tuvo Bravo, sea la envidia la que motiva a muchos de sus criticos. Y eso, sumado a que Bravo no era alguien que se caracterizara por ser muy humilde, es la receta perfecta para caer mal. 

       Eso si, creo que la critica de Miles W. Mathis, si bien no comparto el fondo, tiene un punto. Y es que a veces, solo a veces, da la impresion de que Bravo efectivamente pintaba por pintar. Pero para ello hay que entender que el tipo era un samurai, alguien que se levantaba y acostaba pintando, un trabajolico acerrimo, imparable, no podia estar sin pinceles entre los dedos. En palabras de él mismo; "no sé vivir sin la pintura". 

        Por ello cuando miro ciertos bodegones, como este donde pone unas caja de plumavit junto a plateria y cristaleria clasica, no puedo escapar de la idea de que el tipo estaba aburrido y puso unos objetos para seguir pintando, sólo por pintarlos. De todas formas, cuando los logros de alguien son tan infinitamente superiores a los propios, ¿quien es uno para criticarlo?, es solo la idea que me dajan algunas obras en concreto...  



        En fin, para terminar me gustaría mencionar que me gustaria mucho escribir una entrada sobre el maestro de Bravo, Don Miguel Venegas Cifuentes, y su taller de la calle Alonso de Ovalle (que lamentablemente se quemó), y por donde pasaron tantos pintores chilenos (en fin, sobre toda la escuela y legado que dejó). Lo bonito de su taller era que no se imponia una forma de pintar (aparte del respeto al modelo), sino que se dejaba a cada alumno desarrollar y pulir su estilo propio. De ahí que haya tenido como discipulos a pintores tan disímiles entre sí, como Santos Assereto, o Andrés Baldwin, o Gustavo Ross.

       Mi amigo personal, el pintor Luis García Ramirez, fue alumno suyo, y tiene un montón de fotos de cuadros de Miguel Venegas. Ojalá algun día me deje escanear esas fotos y subirlas a este blog, pues en internet no hay demasiados cuadros de Miguel Venegas. Lo veo difícil si, Don Luis guarda esas fotos celosamente, como hueso santo... 

En fin, siempre se puede decir mucho más, pero entonces la entrada se alargaría mucho... Asi que se despide hasta la otra,

Diego Villegas Riffo.  

2 comentarios:

  1. Las distintas visiones no deberian ser medidas por categorias. Los distintos enfoques nos hace ser rico en cultura.

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  2. Jamas debes juzgar al libro por su portada. O al perfume por su envase. La mayoría de las veces, el error que cometes es insalvable.

    Para emitir una opinion, debes informarte, y tratar de tener la mayor cantidad de informacion a mano. Si no, sera una vision sezgada y parcial de lo que se queria mostrar.

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