lunes, 29 de octubre de 2018

Nietzsche contra El Arte Moderno (Miles W. Mathis)



        Bueno, he aquí otra traducción de un ensayo de Miles W. Mathis. A este paso probablemente termine traduciendo casi todos los ensayos de Mathis sobre el arte, ya que soy muy flojo como para terminar de escribir mis propias entradas, o redactar mis propios ensayos (y de todas forma este blog probablemente no lo lea casi nadie, así que da lo mismo). Igual, para que estamos con cosas, me gusta traducir mamotretos.

        A las 2 o 3 personas a las que les interesan mis cuadros (siendo optimista), lamento informarles que fracasó rotundamente lo de "una semana, un cuadro", al final pinté poco y nada -¡qué novedad!-. Eso es culpa mía, mediocridad pura y dura, nunca termino casi nada de lo que empiezo, y de las pocas cosas que termino, casi nada lo termino bien. Anyways, he pintado algunas cosas, pero no han quedado como quería, y me da vergüenza subirlas. 

        Por lo menos al final igual participé en los 100 años de la Sociedad de Bellas Artes en la Alhambra, estuvo bonito, una amiga muy querida sacó medalla de plata en el Salón Nacional, así que muy feliz por ella. El nivel de los cuadros estuvo bueno, y aunque no saqué premio, igual presenté una pintura que me dejó conforme -quizás la única del año-. 

         Me gusta la Alhambra, tiene tanta historia, tantos grandes pintores chilenos que pasaron por allí (después de todo es la institución que fundó el propio Juan Francisco González)... eso si, hay que reconocer que hoy en día la Sociedad de Bellas Artes parece un club de la tercera edad, pero como sea, le tengo harto cariño, son tatas simpáticos, que de verdad aprecian la pintura tradicional (no como los de las facultades de arte de las Ues). Les agradezco mucho que me hayan dado el segundo lugar del Salón de Primavera este año (algo bueno que me pase de vez en cuando), así que hay harta motivación para seguir participando en el Salon Nacional los años venideros.
       
          En fin, para qué seguir dando la lata... vamos al tema de la entrada. En esta ocasión trata sobre el conocido y malinterpretadisimo filosofo alemán Friedrich Nietzsche, y sus opiniones sobre el compositor Richard Wagner, que Mathis extrapola al "Arte Moderno", y el "Modernismo" en general, partiendo de una analogía entre la figura de Wagenr, y la de Picasso. Igual en el penúltimo párrafo queda en evidencia que Mathis ralla la papa, pero no por eso el ensayo deja de contener algunas verdades muy profundas. Disfrútenlo (o aburranse, qué se yo... xD):







Nietzsche 
contra
El Arte Moderno


por Miles W. Mathis



"Friedrich Nietzsche" - por Edvard Munch, 1906 (Galería Thielska, Estocolmo, Suecia)


        Ya he publicado varios ensayos que tratan sobre Nietzsche, incluido uno con su nombre por título, pero nunca he abordado directamente la actitud de Nietzsche hacia el arte moderno. Podrás pensar, y estás en tu derecho, que sería muy difícil hacerlo (si no imposible), ya que cuando Nietzsche se volvió loco a fines de la década de 1880, lo más "moderno" que existía en el campo de la pintura, era el impresionismo, y quizás un incipiente posimpresionismo. La década de 1880 vio muy pocas publicaciones o ensayos sobre esta joven Vanguardia, y de ellos, quizás ninguno lo ponía en un contexto histórico, por lo que Nietzsche no tuvo oportunidad alguna de responder a ello, y mucho menos a todo lo que vino después. Sin embargo, por muy cierto que sea esto, las opiniones de Nietzsche sobre la "modernidad" en al arte, no son difíciles de encontrar, ni de extrapolar a nuestro propio tiempo. De hecho, nos basta con estudiar sus múltiples ataques al compositor Richard Wagner, de allí se pueden sacar páginas y paginas de citas, que se pueden aplicar perfectamente a casi todo el arte moderno (sólo hace falta darles un pequeño retoque, o empujoncito).


        El traductor de Nietzsche más conocido en nuestro tiempo, Walter Kaufmann, recomienda el ensayo "Nietzsche contra Wagner" (1889), como la última y más concisa palabra sobre el tema; pero yo, personalmente, siempre he preferido la versión anterior;  "The Case of Wagner" (1888). Ello, ya que allí obtenemos mucho más de lo que podríamos llamar "comentarios digresivos", que resultan más coloridos y pertinentes para el argumento que quiero venderles aquí. La primera vez que leí este ensayo, cuando estaba en la universidad, se me ocurrió de inmediato lo fácil que sería cambiar el título a "The Case of Picasso". Largos pasajes del ensayo, incluso secciones completas, podrían quedarse sin la más mínima edición, solo habría que intercambiar los nombres de Wagner y Picasso. Habiéndolo re-leído hace poco, me decidí por fin a hacer el trabajo por mi mismo, sacando las citas más destacadas, y mostrando a mis lectores lo oportuno que es este ensayo.

       Comencemos en la sección 8, donde Nietzsche escribe;

"¿Fue Wagner un músico si quiera? Cualquiera haya sido el caso, había algo que era por sobre todas las cosas: un histrio [actor] incomparable, el mejor de los mimos, el genio más asombroso del teatro, entre todos los alemanes ... Su lugar esta en otra parte, no a la historia de la música. "Wagner y Beethoven", eso es una blasfemia!, y realmente una injusticia para el propio Wagner. Incluso como músico, también fue aquello en lo que era genial: se hizo músico, y se hizo poeta, porque el tirano que lo manipulaba desde dentro, el genio de su actor, lo obligaba. Uno no puede comenzar a entender a Wagner hasta que no comprende ese instinto que lo dominaba."


        Qué poco necesitamos cambiar para aplicar eso a Picasso. ¿Picasso y Miguel Ángel? ¡Blasfemia! Incluso Picasso lo admitió, y en letra impresa. El genio de Picasso fue el genio del actor: ese fue su instinto dominante. Y los "artistas" modernos más recientes, aunque no son tan geniales para el teatro como lo fue Picasso, todavía encuentran su talento dominante en la actuación, o, al menos, en el "posar".

        Esta es la era de los actores, como todos sabemos, del hombre o mujer alfa, que cobra un cheque de $30 millones. ¿En qué otro momento de la historia Tom Cruise o Julia Roberts,  podrían haber sido considerados entre los "mejores artistas"? En cualquier otra época, la sola idea sería un absurdo. Pero esta, esta es la era que vio nacer a Picasso, y en su primera parte, por lo que afortunadamente para él, tambien es la era que ayudó a crear y perfeccionar. Era lo suficientemente amable como para fermentar su gran cantidad de actuaciones, con algunas obras reales, o al menos al principio: se le exigía, según los estándares de la época. Pero a medida que se alargaba el siglo XX, vio (con una suave insistencia de Duchamp, et al.) que las obras eran superfluas. La audiencia se centró sólo en la actuación, eso es lo que necesitaban, y las obras se podían quedar en las paredes, juntando telarañas. El público quería personalidades coloridas, charlas en programas de entrevistas, historias para contar, copias de periódicos, chismes amorosos, etc. Comparado con todo eso, los cuadros, las pinturas mismas, eran, bueno... muy aburridas.

        Wagner pudo entender esto en 1860, aunque quizás con menos sofisticación que Picasso. El público no quería música -es decir, arte- quería un espectáculo visual y sonoro, de ahí nace el festival de Bayreuth.

"Acerca de "¿qué es lo más necesario?", Wagner pensó de forma muy parecida a la de cualquier otro actor de hoy en día: escenas fuertes, cada una más fuerte que la otra, y en medio de mucha estupidez."

        Llegados a este punto, tenemos que recordar que estamos leyendo sobre Richard Wagner aquí, un verdadero Atleta Olímpico, comparado con todos los llamados "artistas" de ahora. Y sin embargo, Nietzsche estaba en lo cierto acerca de él. Y más impresionante resulta su veracidad una vez que transponemos estas críticas, a nuestras propias "artes" contemporáneas: a las películas de Hollywood, a la música popular, a las instalaciones de Nueva York, a toda la agenda Vanguardista, en todas sus patéticas formas. Los revoloteantes y rápidos ángulos de las cámaras para dar una ilusión de dramatismo en las películas, las extravagantes voces cuyos ecos y reverberaciones tratan de reemplazar a la emoción de la música, las opiniones justificadas por ríos de tinta -y tenuemente atadas a varios holocaustos-, que se auto-proclaman como contenido artístico.

       Incluso va más allá, el arte moderno intenta, como Wagner, justificarse a sí mismo por medio de una "filosofía".

"Wagner disfrazó como "Principio", su incapacidad para crear una forma orgánica, estableció un "estilo dramático" donde simplemente pudimos ver su incapacidad para cualquier estilo. Todo ello en línea con un hábito audaz que acompañó a Wagner a lo largo de su vida: plantea un "Principio", siempre allí donde carece de una capacidad."

        Leyendo estas citas de Nietzsche, es fácil recordar a Camus: "cuando uno no tiene carácter, debe tener un método". Pero, recalco, que resulta impresionante como estas criticas se aplican mucho más poderosamente a nuestros "artistas contemporáneos", que a Wagner. Esos mismos "artistas" que no pueden pintar, porque no pueden crear belleza, sutileza, ni cualquier forma orgánica. Los mismos que afirman que todas estas cosas están pasadas de moda, que son "aristocráticas", y que todas las incapacidades y ligerezas son más "democráticas" y, por lo tanto, en principio, superiores. Esos mismos "artistas", cuyo principio, declarado en voz alta y en términos cotizables, es que es más útil para el futuro de la civilización el que los artistas no puedan hacer nada bien, y mucho menos pintar (o esculpir, o expresar con claridad cualquier cosa). Para ellos cualquier forma de talento sería desalentadora para las masas, por lo que no se le debe tener ninguna consideración. La incapacidad se define ahora como algo "artístico", como principio primero y guía del progreso.

        El arte es así reemplazado por una infantil señal de compasión. Comúnmente, el artista todavía apunta a alguna diana externa para que depositemos nuestra compasión, pero pasa que cada vez con mayor frecuencia, resulta ser el propio artista el que más la necesita. Ya no necesitamos llorar por un tercero desposeído o miserable; ahora podemos llorar un charco de lágrimas por el artista, ya sea por su desdichado pasado, o por sus lamentables intentos de arte.

       Al igual que el Arte Moderno, la música de Wagner tenía una literatura, una literatura sobre la cual Nietzsche escribió:

"Hasta ahora nunca ha existido ningún músico que requiriese una literatura: uno debe buscar una razón de fondo para ello. ¿Es acaso que la música de Wagner es demasiado difícil de entender?, ¿O tiene miedo de lo contrario, de que pueda entenderse con demasiada facilidad?, ¿Que a alguno le parezca demasiado simplona como para siquiera tratar de entenderla?"

        En cuanto al arte de ahora, la respuesta es clara. Toda lo que había de sustancial ha sido alejado, o reducido a un vapor toxico, por lo que debe ser reconstruido de alguna manera, ojalá en forma impresa, y por una serie de palabras sueltas. Un misterio debe ser creado a partir de casi nada, una dificultad, inventada desde un vestigio, como quien reconstruye todo un cuerpo a partir de una mancha de ADN. Pero uno debe recordar, tal vez, que antes del siglo XX, no todo arte requería una literatura. De hecho, ningún arte la necesitó. El arte podría definirse, precisamente. como aquello que no requiere una literatura, aquello que eludía a cualquier literatura, y aquello que altera a cualquier literatura.

"[Wagner] repitió una sola proposición durante toda su vida: que su música no significaba mera música. Que era mucho más. Pero infinitamente más. “Mera música”... ningún músico diría eso."

       Y de hecho no. Solo un "no artista" necesita mezclar el arte con el "no arte". Wagner lo superó, y eventualmente  se redimió con Parsifal y demases, y el artista contemporáneo ahora lo complementa con la política y la teoría. Para hacerte notar ahora, no necesitas una pintura o una escultura, necesitas una idea política correcta. Necesitas una causa. Necesitas una relevancia. Necesitas un gancho para que un crítico se ponga el sombrero, una causa célebre para las grandes revistas. Incluso en el realismo del sudoeste, es mejor tener un gancho que una pintura. Cualquiera puede tener una pintura (se piensa): mejor tener una etiqueta promocionable, una política, o una teoría o, al menos, una narrativa que se repita en miles de anuncios publicitarios.

"Recordemos que Wagner era joven cuando Hegel y Schelling seducían a los espíritus de los hombres; que conjeturó, y que agarró con sus propias manos lo único que los alemanes toman en serio: "la idea", es decir, algo oscuro, incierto, y lleno de insinuaciones; Que entre los alemanes la claridad es una objeción, y la lógica una refutación."

        Mein Gott! ¿Y es que acaso no seguimos siendo como los alemanes? Pues resulta que nos tienen clavados y retorciéndonos! No solo a nuestro arte, sino que también a nuestra ciencia, y a nuestras "nuevas" religiones, todas nacidas desde la oscuridad y la ilógica de la mecánica cuántica y la teoría de cuerdas, hasta llegar la "gran insinuación" del Koan. Y las raíces de nuestro error se pueden seguir rastreando: no hasta la década de 1960, ni hasta la de 1920, ni la de 1880, sino hasta la época de Hegel, a 1810.

       Por supuesto, el confundir la oscuridad con la profundidad, es algo tan antiguo como el propio hombre. Por algún truco del ojo o del cerebro, todo lo desconocido parece rico y atractivo. Se ha dicho que lo desconocido es el mayor temor del hombre, pero en realidad el hombre es muy generoso con lo desconocido. Se le da el mayor beneficio de la duda: se asume que lo que no entiende debe ser más interesante, más digno de respeto, y a menudo más digno de adoración, que lo que ya se entiende. Lo que sabemos es un lugar común, por lo tanto, lo que no sabemos debe ser extravagante y excesivamente convincente. Y los que menos saben, están en la mejor posición para la imaginación. En esta situación, el conocimiento solo puede ser una decepción, la sabiduría una terrible deflación. Con esta prioridad, tendemos a buscar la sabiduría, pero en su lugar buscamos la paradoja seductora, el Koan, el problema que nunca se resolverá y que, por lo tanto, nunca se convertirá en un aburrido  lugar común. Por esa misma extraña prioridad, es que buscamos al arte moderno: por la creación de ideales preempaquetados, morales ligeras, y política inspirada por los clichés infantiles y las lecciones aprendidas de la televisión. Esa receta nunca conducirá a ninguna parte, y tal vez la elegimos por esa misma razón. Y atrae tanto a la pereza antigua como a la perversidad antigua: no es necesario que aprendas un oficio o una habilidad, no necesitas tener una idea o emoción que se haya disipado por completo: no, todo lo que necesitas es una niebla. Una idea recortada de la sección A del periódico, y algunas imágenes aspiradas de las otras secciones, y pegarlas entre sí de una manera u otra. Si todo se hace con suficiente vulgaridad, brutalidad y opacidad, puede que seas famoso para el viernes. En cuyo caso habrás evitado el esfuerzo, el conocimiento, y el aburrimiento, todo al mismo tiempo. ¿Qué más podría pedir un moderno? Su oscuridad le da derecho a reclamar el estado de Maestro Zen según los estándares de nuestro tiempo, pero como su sabiduría se basa en el "no conocimiento", no represanta una amenaza para nadie. Eres simultáneamente un gurú, un demócrata y una persona rica, todo por medio de la "no-creación", igual que Bruce Nauman.

"Todo lo que es bello tiene una mosca en su piel: eso lo sabemos. ¿Por qué, entonces, buscar la belleza? ¿Por qué no mejor buscar lo que es grande, sublime, gigantesco, aquello que mueve masas? Una vez más, es más fácil ser gigantesco que ser bello: eso también lo sabemos."

        Podemos pensar en Clement Greenberg aquí, quien se tomaba a Nietzsche muy en serio, pero sin proponer nada más allá de lo que expresa en esta cita. Y la belleza fue eliminada por esa razón  precisamente . Pero, primero, ¿qué es la mosca en la piel de lo bello? ¿Qué quiere decirnos Nietzsche aquí? La mosca no es más que una metáfora del hecho de que Keats estaba equivocado: ni la belleza es verdad, ni la verdad es belleza. La belleza no es garantía de nada, ni siquiera del placer. La belleza puede ser la cosa más engañosa que existe. Incluso Nietzsche, el anti-Cristiano, admitía esto. Pero, ¿cuál es la respuesta lógica a esta mosca en la piel de la belleza? Pues, que hay que buscar la belleza que no tiene la mosca. Para ser específicos; si has descubierto que no todas las mujeres hermosas están en posesión de la verdad, o incluso del placer, eso no significa que no haya ninguna mujer hermosa que tenga algo para ti. Esto es simplemente otro apuro por llegar a una conclusión, otro silogismo moderno malo, otro error. Una gran parte del feminismo contemporáneo ha arrasado con las mujeres hermosas, y con todas las formas de belleza de paso, al apresurarse a llegar a esta conclusión. Pero pasa que nunca desechamos la belleza por completo, pues siempre atrae, por un vinculo necesario con lo más intimo del hombre. De ahí se desprende que existe al menos una belleza que cumple aquello que promete, y esta es la belleza que debemos buscar. Esta es la belleza que Keats alaba. La belleza no es verdad: la belleza puede ser verdad, y cuando la verdad es bella, nos resulta doblemente agradable.

         Así que así es como la modernidad ha drenado a la belleza de todo propósito (aparte de la co-opción), reemplazándola con un castillo aún más arenoso, con una piel aún más llena de arrugas. Entre muchas cosas, destaca el que el programa Moderno ha elogiado a lo gigantesco. Esta es una de las mejores sentencias de este ensayo, una que he citado muchas veces. "Es más fácil ser gigantesco que ser hermoso". Todo se entiende a partir de la palabra "más fácil". Los nuevos "artistas" han afirmado que han cambiado de dirección por todo tipo de razones, grandilocuentes en principio, pero la verdad es que lo hicieron porque son incapaces de crear belleza. Hacen lo que pueden, lo que es fácil, y es mucho más fácil fingir una postura, un "principio", repetir frases una y otra vez, mover las masas dándoles lo que quieren. Lo que más quieren es conseguir lo gigantesco, que combinan con lo grande. Otra cosa que quieren es la "idea", que combinan con la expresión.

"No fue con su música que Wagner los conquistó, sino con sus "ideas": fue el carácter enigmático de su arte, su juego de esconderse detrás de cien símbolos, su polifonía del ideal, lo que guío y atrajo a esos jóvenes."

        Cambie una sola palabra, "ideal" a "ideacional", y puede aplicar esa sentencia directamente a la Deconstrucción de Derrida. Nietzsche podría estar perfectamente hablando de Derrida aquí. Por supuesto, también se aplica al cubismo y a gran parte de la obra de Picasso, pero cuanto más nos adentramos en el siglo XX, más aplicable se vuelve esta frase. Es verdadera para Wagner, más cierta para Picasso, y más verdadera aún para Derrida. Todos eran histrios, actores, con un atractivo especial para la gente histérica, pero mientras que Wagner era músico e histrio, y mientras que Picasso era un pintor quondam -y también un histrio-, Derrida no era más que un histrio. Wagner y Picasso usaban humo y espejos, pero Derrida fue sólo humo y espejos. Derrida era el juego del escondite, y nada más. Después de Derrida, este juego se extendió en miles de direcciones, logrando un ancho que abarcaba todo lo terrestre, pero sin lograr nunca ninguna profundidad. Cada bote pequeño que necesitaba un remolque lanzó un gancho al buque de la Deconstrucción, pero toda la flota nunca ganó ni una sola onza de lastre, ya que todos estaban a flote en un mar falso, sin nada a bordo, mas que una ambiciosa ambición.

         La Deconstrucción fue prefabricada para atraer a una audiencia moderna, precisamente del tipo que Nietzsche describe: buscaban ser remolcados. "Quien nos arroja es fuerte, quien nos eleva es divino, quien nos lleva a tener intimidades es profundo". ¿Quién es este público moderno? "La cultura cretina, los pequeños snobs, los eternamente afeminados, aquellos con una digestión feliz", En resumen, casi todos hoy en día. Nada ha influido más en el arte moderno que la Deconstrucción, ni Duchamp, ni el Dadá, ni la política de los demócratas, ni siquiera el dólar. La Deconstrucción se ha convertido en la rubrica que puede contenerlos a todos, y sin embargo, estar vacía, cúal Kōan .

        Casi nadie que afirme tomarse al arte en serio hoy en día, se encuentra fuera de esa rubrica. La respuesta mundial a Nietzsche en los últimos 120 años ha sido demostrar su punto, y con pluralidades cada vez mayores. Lo que fueron "sus alemanes" en 1880, nosotros lo somos hoy, pero con una fuerza exponencialmente mayor. Los "jóvenes alemanes", los "Siegfrieds con cuernos", y otros "wagnerianos" de Nietzsche, se habrían sorprendido y ofendido al descubrir que eran llamados "cretinos de la cultura"; pero la juventud de hoy (y no solo los jóvenes), abrazaría con entusiasmo los insultos de Nietzsche. Por supuesto!, quieren símbolos, responderían, por supuesto que quieren personajes enigmáticos, por supuesto que quieren darse a conocer, por supuesto que quieren intimidades, por supuesto que quieren oscuridad, y por supuesto que quieren vulgaridad, brutalidad y opacidad.

        Y entonces, ¿Cuál es mi punto? ¿Qué tipo de atavismo sostengo? ¿El problema es mío?, ¿por hablar en términos anticuados?, ¿por pensar hay algo más aparte de lo que ya hay?, ¿por querer algo que ya no está en el menú?...

        Además, los jóvenes de ahora están bastante seguros de que todos estos insultos de Nietzsche, además de los míos, son signos de distinción. Dirían que la vulgaridad y la brutalidad son los últimos signos de la verdadera honestidad. La gente es, por necesidad, vulgar y brutal, y negar o trascender estas categorías de cualquier manera, es huir de tu propia humanidad. Todas las distinciones son igualmente un espejismo, y una falsedad, por lo que perder tiempo aprendiendo hechos o habilidades, es simplemente vanidad. No hay sabiduría, solo pedantería. No hay jerarquía, sólo dinero. No hay sabios, sino los sabios del no-conocimiento. No aprendiendo sino desaprendiendo.

       Por supuesto, según esta lógica, no hay un despertar sino un "no despertarse", no hay un comer sino un "no-comer", no hay movimiento sino un "no-moverse". Estos jóvenes escrupulosamente honestos, para ser constantes, deben despertarse sólo para vomitar, y sin dejar sus esteras de bambú para hacerlo. Pero, por supuesto, tampoco les interesa la coherencia, o no habrían logrado llegar al nivel de "progreso" en el que se encuentran.

       Lo más sorprendente es que muchos de estos jóvenes citan a Nietzsche, como si su Elemento Dionisíaco se aplicara a sus locos estilos de vida, de alguna extraña manera. Suponen que debido a que han logrado sorprender a sus padres al hacerse tatuajes, usar dreds, o escuchar melodías extrañas, de alguna manera se han convertido en Bacchantes, o Maenads. Están orgullosos de haber superado el culto de Jesús, solo para saltar inmediatamente a algún otro culto, ya sea el de Buda, o el de Wicca, o el de Gaia, o el de Bob Marley. ¿Dónde está la juventud sin afiliación? Para estos, Nietzsche es sólo otro nombre flotante, otra persona genial que hizo algo "radical", pero no están seguros de qué. Seguramente piensan que Nietzsche no les negaría ningún tipo de libertad, ¿verdad? ¿Seguramente él no esperaría claridad, o consistencia, o decencia? no podría creer en ninguna jerarquía de valor, ¿verdad?. Es que ya ni siquiera se permitirían hablar de él, si descubrieran que ese fuera el caso!, no podría haber dicho nada en contra de la democracia!, ¿verdad?. De lo contrario sería muy poco Cool!!, hombre!.

        Pero oigámoslo de los propios jóvenes alemanes de Nietzsche:

"Atrevámonos, mis amigos, a ser feos. Wagner se ha atrevido. Rodemos despreocupadamente en el barro de las armonias más tercas. No perdonemos nuestras manos. Sólo así seremos naturales."

        Precisamente, de la misma manera, los jóvenes de hoy no han entendido tampoco a Lucian Freud, por ejemplo. Se piensa que todo lo feo es natural, y por lo tanto todo lo bello es falso. Incluso Kate Moss debe ser convertida en un monstruo antes de que pueda realizarse. Al igual que un pobre entendimiento de Van Gogh, todo tiene su raíz en este error. De modo que, en lugar de revelar la verdad; que lo natural "puede" ser feo, los jóvenes han salido con la falsedad de que lo natural "debe" ser feo. Se aferran a esta idea, al mismo tiempo que sostienen la idea de que ellos mismos son una especie de Maenad griego, simplemente porque son indisciplinados, aunque los griegos, ya sean dionisíacos o apolinios, nunca hubiesen podido aceptar su noción de fealdad. Al menos no como requisito del arte, o de la honestidad. Atreverse a ser feo no es artístico, de la misma forma que atreverse a ser indisciplinado, no es lo mismo que ser devoto de Dionisio. Al igual que las actitudes modernas hacia el arte son completamente anti-artisticas, las actitudes modernas hacia la religión, de cualquier tipo, son profundamente poco religiosas.

"No admitamos nunca que la música sirve de esparcimiento; que regocija; que da placer. ¡Que nunca demos placer! Estamos perdidos tan pronto como el arte se piense hedonísticamente."

        Y, de nuevo;

"La belleza es difícil: ¡cuidado con la belleza! ¡Y con la melodía! Difamemos, amigos míos, permitámonos difamar, si de alguna manera nos tomamos en serio nuestro ideal, ¡difamemos la melodía! Nada es más peligroso que una hermosa melodía. Nada corrompe el gusto de forma más segura. Estaremos perdidos, amigos míos, ¡una vez que las bellas melodías sean amadas otra vez!"

        Pobre Greenberg, que tomó en serio a Nietzsche, pero que no reconoció que estas eran palabras en la boca del enemigo, difamando al arte mismo. Porque esto es precisamente lo que ha hecho el Arte Moderno. Esta es la lección que aún se puede obtener hoy si vas a ver una conferencia  impartida en el MoMA -o en Whitney-, por los curadores y directores de lo feo, de lo gigantesco, y de lo implacable. Te dirán que huyas de tus instintos, que huyas de la belleza y de todas las definiciones antiguas del arte. ¿Por qué? Ciertamente no porque sean personas del futuro, realizadas, avanzadas, con principios. No, simplemente porque ellos y sus títeres no pueden crearlo. El arte real debe ser difamado, simplemente para proteger su mercado. Se pierden una vez que las cosas vuelven a tener definiciones reales, y en primer lugar el arte. Si la calidad se re-introduce, ya sea como belleza o habilidad, como o expresión, o melodía, o sutileza, o elevación, o decencia, se pierden. No pueden proveer sus mercancías en ese caso.

"En culturas en declive, donde sea que la decisión recaiga sobre las masas, la autenticidad se vuelve superflua, desventajosa, y una responsabilidad. Sólo el actor todavía despierta gran entusiasmo."

        Eso es muy claro, tanto en Hollywood. como en el MoMA, ya que estamos de vuelta con el actor, el personaje. Pero también es cierto en el realismo, donde el arte no auténtico es más valorado que el auténtico. Kinkade y Pino son solo los ejemplos más obvios, los inauténticos "por excelencia". Casi todo el resto de los pintores, serían los otros ejemplos. El arte auténtico se ve con desconfianza e incomodidad, tanto por la galería como por el cliente. ¿Dónde lo colgarían?

        Finalmente, terminaré con una cita de Goethe que Nietzsche usa en este ensayo, una cita que siempre he amado. ¿Cuál es el peligro que amenaza a todos los románticos, se pregunta Goethe?

"-La asfixia de la rumia de los absurdos morales y religiosos."

        Nietzsche usa esta cita como introducción a una de sus muchas críticas de la ópera Parsifal de Wagner, el ingenuo pseudo-cristianismo que él consideraba intolerable. Pero este peligro no solo amenaza a los románticos. Ha sofocado todo el siglo XX y continúa sosteniendo una almohada sobre la cabeza del siglo XXI, ninguno de los cuales ha sido, o es, especialmente romántico. A estos siglos les gusta fingir que han conquistado la moral y la religión, pero sólo han intercambiado algunas formas por otras formas. Un gran porcentaje de aquellos que han superado el cristianismo o el judaísmo, donde el deseo es un pecado, se han graduado en otras religiones o sistemas de creencias, como el budismo o el Islam, o la Fuerza, o la Ciencia, donde el deseo sigue siendo negativo, sea pecado o no. Ni siquiera los caballeros Jedi pueden confiar en sus emociones, a menos que, aparentemente, estén disparando armas. Ya sea que el curador del Guggenheim, o Yoda, le enseñarán lo mismo, escuchará el mismo y lamentable consejo: luchar contra sus impulsos, luchar contra las cosas que le dan placer. Da lo mismo que hayas sido educado por Kant, o por Schopenhauer, o por la Madre Teresa.

        El Modernismo tiene un historial casi impecable de mantener lo peor de todos los credos, viviendo en una increíble amalgama de falsedades. Tomemos ejemplo, aquellos que afirman haber sido liberados de las limitaciones negativas de las antiguas religiones, pero todavía no son capaces de ver un desnudo sin ruborizarse. El americano moderno, es lo suficientemente "libre" para meterse a internet a mirar enormes pilas de pornografía, pero no lo suficientemente libre como para colgar un desnudo artístico en su casa. "Los niños podrían verlo". Lo siento, ¿qué? ¿Que acabas de decir? De alguna manera, parece que te has liberado a ti mismo y a tu progenie para mal, pero no para bien.
Eres libre de codiciar a los amantes de otras personas -con los pantalones alrededor de los tobillos-, ¿pero no eres libre de colgar arte en tu casa?

         En cualquier otro tópico, la irracionalidad es igual de rampante. Los modernos no tienen más que desprecio por las inconsistencias bíblicas, pero encuentran un significado esotérico en kōans, y paradojas intencionalmente inconsistentes, ilógicas o sin sentido -religiosas o científicas-. Los monjes orientales jodiendo con su lenguaje, o una computadora perversa en StarTrek, valen días y días de lectura; y al igual que los revisionistas textuales, se masturban a través de cientos y cientos de páginas, hipertextualizando sus clichés, hasta que les duelen las bolas de tanto masturbarse. De la misma manera, los físicos teóricos rellenan su moderna y vacía cabeza con todas las idioteces pomposas que pueden llamar desde el cosmos.  Los modernos no tienen más que desprecio por los Ptolomeos del pasado, viendo cómo giran sus planetarios, cuales perros mirando la carne tendida en una cuerda, o los Aristóteles del pasado, compilando sus absurdos de Nicómaco, como loros tocando el órgano; pero tienen una infinita paciencia y respeto por cada artículo en Scientific American, o de Physics Today, asumiendo que dichos charlatanes no pueden ser tan falsos como sus antepasados. ¿Basados en que? ¿Basados ​​en su absoluta incapacidad para negar cualquier reclamación? Por esa medida, tendrían que sentarse con asombro a los pies de Renny "el niño rata", mientras les explica que los anillos en las colas de sus mascotas, son marcadores del futuro geológico, o cantar las alabanzas del Pequeño Juan Josafat mientras cuenta las motas en su ojo, tabulándolos en su pequeño ábaco como un relato de Parousia. Y muchos de ellos también lo harán, de hecho, ya que Renny y Little John son los elegidos por el jurado del Premio Turner, que será preseleccionado en Whitney, y a quien conocerán por un costoso y agrio champán, en Gagosian o PaceWildenstein. .

        Sí, los modernos han logrado la hazaña ciertamente sorprendente de haber inventado el tamiz inverso. Han recorrido todos los eones de la historia humana, llegando a una sabiduría completamente invertida, es decir, a la "no sabiduría". Es decir, se han vuelto como el yogui que está parado sobre su cabeza. Sí, la sangre puede haberse acumulado en sus cabezas, pero no le está haciendo ningún favor a sus cerebros.

_________________________________


Texto Original en Inglés

Traducido por,

Diego Villegas Riffo.

1 comentario:

  1. Diego me gustaría tu opinión sobre alguna idea, Rocío.

    ResponderEliminar